sábado, 18 de octubre de 2014

Podemos con todo

Hay dos cosas claras en esta vida:

La primera es que en este mundo nadie es perfecto.
La gente cambia continuamente y todo es imprevisible. No sabes qué podrá pasar mañana ni qué nos deparará el futuro, ya que no existe ningún libro donde esté escrito el guión de nuestras vidas. Lo único seguro es el momento, un presente que nos otorga el poder de marcar la diferencia entre lo que puede o lo que va a pasar. El poder para transformar los sueños en realidad, de dejar en el ayer todos los miedos y superarlos, de decir que podemos con absolutamente todo lo que nos propongamos, ya que nosotros somos los autores de nuestra vida, capaces de hacer de ella historia.

La segunda es que no todo sale bien y no todos los momentos de nuestras vidas serán los mejores. Habrá momentos en los que nada tendrá sentido alguno y otros en los que tu mundo se derrumbe, que tus pensamientos giren en tu cabeza a velocidades de vértigo convirtiéndose en auténticas espirales. Espirales porque parecen caminos sin ninguna dirección, espirales porque no ves el fin y desemboca en la mayor de las locuras, en venirte abajo y abandonar tus objetivos.
Pero esto nos ayuda a diferenciar lo bueno de lo malo, a saber lo que es estar enterrado en el subsuelo y lo increíble que es estar en la cima más alta. A disfrutar de la maravilla del vivir y lo que el mundo nos ofrece.
Por eso no podemos dejar que nada ni nadie nos hunda, tener en mente que no existe la posibilidad de rendirse. Es entonces cuando verdaderamente tenemos en nuestra mano el destacar y ser diferentes al resto; ser capaces de tropezar o incluso caer y después poder levantarnos mucho más fuertes que antes.
No siempre podemos ir corriendo pues bien; trota, camina o ¡repta si hace falta!


No dejes que nada ni nadie te pare.
El ser humano es maravilloso y capaz de realizar cualquier cosa. 
¡Somos los reyes del mundo!





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